Descripción del proyecto

El proyecto

Únete es un proyecto participativo, dirigido por integrantes de la Asociación Azul Violeta y desarrollado junto con ocho Asociaciones de Vélez Málaga.

El objetivo prioritario, crear un material audiovisual que contribuya a movilizar a la ciudadanía para trabajar de manera conjunta, con idea de erradicar la violencia machista.

Cómo lo hacemos

Este proyecto se desarrolló en dos formatos, a modo de spot publicitario, de minutos de duración, con intención de difundirlo a través de televisiones locales. Y como un corto, de siete minutos, para utilizarlo como material con el que trabajar en centros educativos y otros entornos.

Ambos materiales se desarrollan a partir de entrevistas en las que cada mujer que participa cuenta una historia real relacionada con la violencia machista, de esta manera se refleja que esta problemática no es algo aislado, sino que está presente en la vida de una gran mayoría de personas.

Los resultados

El mensaje final “Únete” anima a la ciudadanía a denunciar y apoyar a las mujeres que padecen esta lacra social, y evidencia cómo su existencia no es ocasional, sino que es una consecuencia de una estructura social sexista que discrimina e infravalora a las mujeres, más allá de sus roles de cuidadora y sostenedora del ámbito doméstico y la familia.

Equipo Técnico

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Cartel Inauguración Únete

A estas alturas del S.XXI está demostrada la capacidad que posee el arte de denunciar, visibilizar, contrainformar, cohesionar, demandar y en definitiva movilizar a la ciudadanía, gracias a su capacidad de generar ilusión, contagiar expectativas, mostrar problemáticas y logros, en relación a diferentes reivindicaciones. Este carácter político del arte requiere del o la artista la investigación previa para conocer en profundidad aquello que se demanda, y la convicción de que se puede contribuir mediante la práctica artística a conseguir mejoras sociales.

El arte reivindicativo es más que una finalidad en sí mismo o un medio para difundir información, contribuye a crear conciencia social, fomenta la reflexión y el posicionamiento del público. Y el desarrollo de valores como el apoyo mutuo o la pertenencia, siendo un elemento cohesionador. Estamos de acuerdo con Esther Ferrer en que la reivindicación de una sociedad mejor no es responsabilidad exclusiva de la figura del o la artista, pero es una parte visible del conjunto de la sociedad. Siendo la ciudadanía en pleno la que tiene que trabajar para conseguir aquellos cambios sociales que mejoren la situación de la mayoría de la población.

Un gran número de artistas a nivel individual y en colectivos se han mantenido fieles a esta forma de entender la práctica artística, ante el convencimiento de que el arte puede favorecer el desarrollo de un posicionamiento crítico-constructivo. En un contexto de descontento general ante sistemas democráticos poco participativos, este tipo de arte se legitima por la capacidad de captar la atención, de difundir información-contrainformación y proporcionar múltiples estrategias e infinidad de formas que fomentan la creatividad de la ciudadanía y su participación política.

Son muchas las cuestiones que llevan a la movilización, si bien el proceso parte de la conciencia y el compromiso personal. Los temas que más se abordan son la alienación provocada por nuestra sociedad consumista neoliberal, la desigualdad por razones de género, la pérdida del estado de bienestar, la corrupción política, la especulación o el cuidado del planeta en un camino hacia la sostenibilidad. En relación a las reivindicaciones sociales el o la artista representa un eslabón más que aporta su granito de arena en el proceso de cambio, siendo más efectivo en la medida que se posiciona en relación a problemáticas específicas.

El arte comprometido y el arte activista son el resultado de aspectos bien diferenciados que tienen que ver, por una parte, con el contexto social y por otra, con la propia evolución dentro de la naturaleza diversa del arte y su conexión con el momento histórico en el que se desarrolla. Siendo manifestaciones de evidente intención critica que aprovechan el potencial que le proporciona los diferentes géneros. Lo prioritario es establecer otro tipo de relación con el público puesto que el arte es comunicación y supera el simple deleite estético.

Un tipo de prácticas que se conecta con la realidad porque el arte es más que un objeto con un valor de mercado, tiene capacidad para crear esfera pública y espacios de vida. Es precisamente del contacto con la ciudadanía que adquiere fuerza, sentido y se potencia su capacidad para contribuir a generar los cambios que ciertos sectores de la población demandan. El espacio se constituye como generador de discurso, donde se crean e intercambian conocimientos y se propicia el debate traspasando una vez más el ámbito de lo cultural para posicionarse como un espacio discursivo.

Conocer la problemática, llegar a la esencia y tener la capacidad de evidenciarla logra que la práctica artística genere discurso, y espera del público que se posicione y participe. El arte se vuelve más público y su horizonte traspasa el ámbito del arte para ser más social al construir modelos de acción que se integran en la realidad utilizando diferentes medios para conseguirlo.

Una característica común entre artistas cuyas prácticas tienen un carácter político es que trabajan sobre cuestiones concretas. Ya que la finalidad es cuestionar-motivar a la acción y ofrecer las herramientas para que las personas afectadas sigan su movilización de manera independiente, siendo el o la artista un mero catalizador-a.

Existen diferentes maneras de desarrollar este tipo de arte político cuya esencia es el deseo de propiciar cambios, en este sentido dependiendo de cada artista y de la problemática, los canales son tan diversos como su propia creatividad. Pero tienen en común su actitud comprometida, su capacidad de denunciar y de recuperar la utopía, al creer que es posible mejorar el mundo, que el arte puede generar discurso, un espacio para el debate y la manifestación de la subjetividad.

Es indudable que es un arduo trabajo el que queda por delante, pero con la aportación de los conocimientos de cada uno de los ciudadanos y ciudadanas. y la firme voluntad de reactivar nuestro papel político, es posible un mundo más habitable e igualitario. El reto está ahí, sólo hay que desarrollarlo.

Un tipo de prácticas que se conecta con la realidad porque el arte es más que un objeto con un valor de mercado, tiene capacidad para crear esfera pública y espacios de vida. Es precisamente del contacto con la ciudadanía que adquiere fuerza, sentido y se potencia su capacidad para contribuir a generar los cambios que ciertos sectores de la población demandan. El espacio se constituye como generador de discurso, donde se crean e intercambian conocimientos y se propicia el debate traspasando una vez más el ámbito de lo cultural para posicionarse como un espacio discursivo.

Conocer la problemática, llegar a la esencia y tener la capacidad de evidenciarla logra que la práctica artística genere discurso, y espera del público que se posicione y participe. El arte se vuelve más público y su horizonte traspasa el ámbito del arte para ser más social al construir modelos de acción que se integran en la realidad utilizando diferentes medios para conseguirlo.

Una característica común entre artistas cuyas prácticas tienen un carácter político es que trabajan sobre cuestiones concretas. Ya que la finalidad es cuestionar-motivar a la acción y ofrecer las herramientas para que las personas afectadas sigan su movilización de manera independiente, siendo el o la artista un mero catalizador-a.

Existen diferentes maneras de desarrollar este tipo de arte político cuya esencia es el deseo de propiciar cambios, en este sentido dependiendo de cada artista y de la problemática, los canales son tan diversos como su propia creatividad. Pero tienen en común su actitud comprometida, su capacidad de denunciar y de recuperar la utopía, al creer que es posible mejorar el mundo, que el arte puede generar discurso, un espacio para el debate y la manifestación de la subjetividad.

Es indudable que es un arduo trabajo el que queda por delante, pero con la aportación de los conocimientos de cada uno de los ciudadanos y ciudadanas. y la firme voluntad de reactivar nuestro papel político, es posible un mundo más habitable e igualitario. El reto está ahí, sólo hay que desarrollarlo.

Galería de Imágenes

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El Corto «Únete»

Únete a la lucha contra la violencia de género

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